sábado, 16 de enero de 2016

QUE ES UN ENSAYO EXPOSITIVO.

Un ensayo expositivo es aquel que se caracteriza por brindar al lector una explicación detallada de un tema determinado.
La exposición tiene una clara finalidad didáctica. Se explica algo que sea complejo de entender.
Es lógico que en estos ensayos, el uso de los párrafos explicativos o expositivos es parte fundamental.

Características de los ensayos expositivos
- Explica una idea, lo clarifica
- Se nota el estilo personal del autor en la redacción
- La denominación de "ensayos expositivos" se utiliza a menudo en el ambiente escolar
- Como todo ensayo, puede abarcar cualquier tema

Estructura de los ensayos expositivos
La estructura de este ensayo sigue la misma línea que las partes de todo texto. Es decir, se comienza con una introducción en donde se presenta el tema a desarrollar, luego el contenido en cual se profundiza la exposición, y finalmente una conclusión de las ideas abordadas por el redactor.

Diferencia entre ensayos expositivos y argumentativos.
Un ensayo es considerado expositivo cuando tiene por objetivo principal explicar algo. Y es argumentativo cuando trata de convencer.
Es fácil que que estas dos características lleguen a estar mezcladas y por tanto, existen ensayos expositivos-argumentativos.

Todo depende del escritor, es él quien decide que tono y estilo dará a su ensayo. Si prefiere hacerlo de una forma más didáctica y explicar mejor algún tema, utilizará un ensayo expositivo. Y si desea provocar una reacción en el lector, es decir, que este se adhiera o no a su planteamiento, entonces, escribirá un ensayo argumentativo.
Análisis de un ensayo expositivo.
La caza, de Mariano José de Larra
Los tiempos en que la caza era a un mismo tiempo la ocupación y la diversión de nuestros reyes y nuestros nobles quedan ya bien lejos de nosotros; aquel sinnúmero de empleados destinados a ese ejercicio que llenaban el palacio han desaparecido, dejando sólo tras sí algún nombre que otro, alguna denominación, fuera en el día de su lugar. La invención de la pólvora fue sin duda uno de los primeros golpes, casi mortales, para la antigua manera de cazar. ¿A qué mantener y educar costosamente varios halcones, cuando una menuda bola de plomo puede hacer en menos tiempo y sin precisa enseñanza el mismo camino? Las revoluciones, que han dejado apenas a los reyes tiempo para serlo, han venido después a dar a ese ejercicio el último golpe de cachete; los sotos se han descuidado, las costumbres extranjeras se han introducido, y los teatros, los bailes, los cafés, el juego, los clubs y los periódicos han sustituido enteramente a aquella azarosa distracción. En otros países no han sido bastantes todas esas causas a destruirla; en Inglaterra, por ejemplo, magníficos parques, sostenidos y cuidados con el mismo esmero que todas las cosas inglesas, ofrecen aún abundante caza a los gentlemen, que dedican a sus locas batidas una estación del año. En Alemania no es menos la afición, y en algunos otros puntos de Europa, como en el Tirol, se encuentran en punto a caza tiradores de sorprendente habilidad.
Entre nosotros, Carlos IV ha sido el último de nuestros príncipes cazadores; y los nobles, reflejo siempre en sus costumbres de los reyes, han dejado morir una diversión en la cual ya no tenían a quien remedar; en España, pues, se puede decir que hay cazadores, hay individuos, pero no hay caza propiamente dicha, y sólo en algún rincón de provincia da todavía esta antigua afición señales de un resto de agonizante vida.
EJEMPLO:

Nombre: Julian Bernabe Gómez
Profesora: Evelyn Ocadiz Pérez
Grado: 1.
Grupo: "D"


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